Viajar con un bebé



Bebé a bordo, en alguna parte

 ¡Que levante la mano el que haya viajado con un bebé y le haya sobrado sitio en el maletero! Imposible, ¿verdad? Todavía me sigo preguntando cómo hacían mis padres para llevarnos a mis hermanos y a mí y meter toda la ropa en aquel coche tan pequeño…

Ahora entre el carro, la silla de seguridad para el coche, la trona portátil, la cuna de viaje, las sábanas, la bañera plegable, los pañales, los juguetes, la leche especial, la nevera con los yogures del niño, los biberones, el esterilizador, el sacaleches, los escuchas, y la ropa de “por si…” (por si llueve, por si hace frío, por si hace calor, por si se mancha etc.) el coche va a reventar. El maletero va tan lleno que hay que hacer encaje de bolillos para aprovechar el espacio al máximo, y aun así llevamos algunas bolsas en los pies y en los asientos sobrantes.

Y eso que no nos llevamos ni la hamaca, ni la mochila, ni la thermomix para los purés, ni el edredón de la cuna, ¡que al principio estaban también en la lista!

Diréis que soy una exagerada, que en realidad no te hacen falta tantas cosas… y es verdad. Tras varios viajes he descubierto que lo más cómodo es viajar a sitios que ya cuenten con una mínima infraestructura, para no tener que llevarlo todo en el coche. Cuando viajo a casa de amigos que también tienen niños, una llamada por teléfono a tiempo evita llevar muchas cosas innecesarias: cuna, sábanas, toallas, bañera, trona, escuchas, esterilizador…

Viajar a una casa es también más práctico al ir con niños, sobre todo si son pequeños. Siempre tienes a mano un microondas para calentar leche, una nevera para guardar un yogur o un fregadero donde limpiar un biberón.

Si estás en una habitación normal de un hotel, la cosa se complica. Además a las 10 el niño se duerme (¡a veces incluso antes!) ¿y ahora qué hacemos? La luz tiene que estar apagada, la tele sin sonido, hablar bajito… no se disfruta igual de ese momento de paz.

En una casa los niños pueden acostarse a su hora (en vacaciones con algo más de flexibilidad) y los mayores disfrutar de una velada tranquila, según los gustos: charla de sobremesa, ver un poco la tele, oír música, leer un rato… porque dispones de más estancias además de la habitación para dormir.

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