Arco de la Estrella |
Partiendo de la Plaza Mayor, subimos las escaleras y cruzamos la muralla por el arco de la Estrella. Fue como cruzar una puerta al pasado. Los coches desaparecieron y en su lugar sólo se oía el ruido de nuestros pasos en los adoquines del suelo.
Paseando llegamos a la Catedral, atravesamos la plaza de los Golfines y pudimos visitar varias casas convertidas en museo, algunas de ellas de forma gratuíta. Por ejemplo El Palacio de las Veletas, actualmente Museo de Cáceres, en cuyo sótano alberga un refrescante aljibe hispano-árabe que sigue recogiendo el agua de la lluvia.
Aljibe |
Llaman la atención edificios como la Casa del Sol, en el callejón de la Monja, con el escudo de la familia Solís en la fachada, compuesto por un sol con los rayos mordidos por ocho cabezas de serpiente.
Casa del Sol |
O la Casa del Mono, en la calle del mismo nombre, con un mono encadenado colgado en una esquina de la fachada, a modo de estandarte.
Cada rincón, cada calle, cada fachada tiene su encanto. Y para culminar el paseo, unas buenas tapas en alguno de los mesones de la Plaza de San Juan. Realmente merece la pena conocer Cáceres.
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